NO DEJEN DE LEER EL CUENTO DE FERNANDO TERRENO, MÁS ABAJO.

EL CASAMIENTO. De Fernando Terreno.

Lo puse junto con la Marple. No se van a enojar porque son amigos.

viernes, 19 de junio de 2009

LA TIA

CUENTO ESCRITO POR "EL SANTI" HACE MUCHO.

¿Te acordás que la tía hacía manualidades? ¿Y de ese olor raro de la cocina a pintura de telas mezclada con algún condimento de esos que ya no se usan? Empezó todo cuando se murió el Bubby, el pomerania negro y blanco que le lamía los dedos de los pies cuando ella se quitaba las chancletas. Después murieron las cotorritas de la jaula del patio chiquito, de a poco, de frío y de silencio, al igual que las plantas de las macetas del pasillo, cuando ella ya no se podía levantar. Entonces se puso a hacer bordados sobre pana negra, sacando los diseños de aquel libro enorme que nunca supimos de dónde había salido y que servía de apoyo a la colección de porcelanas en miniatura. Después una cosa trajo la otra y dejó los hilos de colores por la pintura y empezó a hacer aquellos paisajes de ríos lilas imposibles que desafiaban a la gravedad , aquellos puentes de piedra que parecían de cartón porque de no serlo se habrían caído, aquellos árboles tropicales o casi, coronado todo por montañas puntiagudas de picos muy blancos sobre la pana negra. Cubrió todas las paredes verde agua con sus obras en bastidores de misterioso origen, hasta que todo lo verde quedó tapado de fosforescentes paisajes en negra pana.
Con la luz apagada las cumbres blancas de las montañas refulgían como constelaciones.
Cuando la tía murió no sabíamos qué hacer con todo eso. Nunca supimos de dónde sacó los bastidores ni quien le había armado los cuadros. Unos con vidrio y otros no. Cuando descolgamos aquella inquietante retrospectiva hecha de puentes, avenidas, alamedas, jardines, garzas, cabañas y muchas montañas, quedó un perforado paisaje verde agua, jaspeado de clavitos y revoque roto. Amelia se llevó cuatro o cinco cuadros y las porcelanitas. Yo me llevé el elefantito con el peso enrollado. Los otros cuadros los mandamos a una beneficencia. Y fue cuando Beba, la empleada de Amelia, pretendía quitar el polvo a "Montañas y luna sobre un lago de Suiza", que la raída pana se rajó y abajo apareció aquel Blanes inesperado e inexplicable. A mí me sigue gustando más "Montañas y luna sobre un lago de Suiza".

9 comentarios:

andal13 dijo...

¡Tremendo cuento, Santiago! La atmósfera que describís hasta se puede oler...

Creo que todos tenemos una tía así... sólo que bajo la tela no hay ningún Blanes!

andal13 dijo...

Ah... ¿Por qué cambiaste de blog? En el mío tengo el link a Convocajoda y me aparece el Pirata Morgan!

FLACA dijo...

Bo, esto es un abuso. Si empiezan así, una qué va a escribir. Ya lo saben, "ni viva ni muerta". Yo les iba a contar el cuento de mi prima Adriana la hija de mi tía Negra, la que no me podía ni ver, y siempre que podía peleaba, y lloraba como una descosida cuando la cosa se le ponía fea con nosotros, y llamaba a las gallinas de su casa con mis nombres cuando jugaba con ellas a las muñecas, y las agarraba y me las tiraba a la cara para molestarme.
Pero ahora me dejaron muda, no pienso escribir ni una línea más. Pa'qué...¿Pa' lástima?...¡Ni se lo sueñen.

ro dijo...

Flaca, te suplico que hagas ese cuento. Por lo que decís es impresionantes. Solo lo de las gallinas y las muñecas me pareció memorable. Dale, no seas

ro dijo...

Ahora tengo varias cosas que decir. Así que vayamos por orden:
1) Me pareció buenísimo lo de hacer un lugar colectivo nuevo. No sé por qué lo cambiaste pero supongo que para empezar otra vez, de cero, con mejores vientos.
2) Me encantó que esta vez me hayas invitado. Igual no sé si lo podré hacer con entradas propias, porque me da como una cosita, un pánico a invadir. No sé, veremos.
3) El cuento me pareció fantástico. Tiene razón Andrea, se puede palpar todo eso. Lo de la pana, los pequeños detalles de los adornitos. Pero lo más impactante es el final. El tesoro escondido que es menos tesoro para el narrador que lo realizado por la tía. ¿Sabés qué? Todo esto me removió muchas cosas. Como vos sabés y si no sabés te digo, este año fallecieron mis dos tías. Más precisamente, entre abril y mayo se murieron las dos. Eso me dejó en un duelo del que todavía no he salido porque mis procesos no son nada agudos ni intensos, pero extensivos y muy lentos. Me dejó como huérfana por segunda vez (la primera vez fue mi vieja) y me dejó como un estado del alma muy particular, nuevo en mí: Mi casa está llena de cosas de ellas, que le dejaron a Amanda, muebles, adornitos,cositas, cartas, cuadernos con recetas, tijeras, hilos, espejos, fotos, portarretratos, cómodas, lámparas, alfombras, ropa, de todo. Entonces, veo todo eso y veo como esas cosas que para ellas significaban quedaron sin lo que se los daba que eran ellas mismas, y eso se me introyecta y empiezo a ver mis cosas de otra forma, empiezo a relativizar todo lo que tengo. Es como si me hubiera caído la ficha de que todo lo que he guardado (cositas, recuerditos, papeles, etc) todo este tiempo no tendrá sentido cuando yo no esté y quedará suspendido en algún otro lugar o en la basura o donde sea, y entonces ese sentimiento me ha hecho dar cuenta de que ya me empecé a despedir. Los cuadros de esta tía me hacen pensar en mis cuadros que están acá colgados. Los cuadros de la tía me hacen pensar en las cosas que escribo. Y me hizo bien leer tu cuento porque de pronto, en este estado del alma por el que estoy provisionalmente atravesando, me diste la oportunidad de pensar que todo tiene un receptor, un destinatario, desde el elefante con el peso hasta el cuadro. Y que si bien hay una despedida, hay una huella que se valora.
Besotes y gracias

ro dijo...

Después de este bajón, prometo que mi próx. escritura será de joda. Lo juro, amén, alabado sea el chiveo

ro dijo...

Dicen que mi tía abuela Julita era de armas tomar. Todos me cuentan que tuvo varios amantes, algunos muy jovencitos, y que ninguno era suficiente para ella. Su ninfomanía era famosa en la familia. Se sabe que en nuestra familia por el lado materno hay varias hembras eternamente insatisfechas.
Cuentan que mi tía abuela Julita era muy coqueta, que nunca se le notó la edad que tenía y que se peinaba con esmero todas las mañanas mirándose en el espejo con luna de su cómoda y que acomodaba sobre su frente un jopo rojizo que había heredado de su madre Doña Jacinta -junto con la ninfomanía- y que se ponía para sujetarlo un broche con unas florcitas violetas, que recién después que se peinaba y totalmente desnuda se paraba sobre un banquito -porque era muy chiquita- para mirarse su pubis con detenimiento frente al mismo espejo, a fin de encontrar inoportunas canas y teñirlas. Quizás también - dada su ninfomanía, pienso ahora- hiciera otras cosas, pero eso no me lo han contado, dejándome librada a mi prolífica imaginación. El asunto es que inclinarse sobre su pubis con el frasquito de tinta, sobre el banco, la obligaba a algunas contorsiones y dicen que una vez, estando en esas tareas- quizás fueran tareas, quizá placeres, dejemos esto sin especificar, no debo dejarme llevar por mi perversa imaginación- se cayó y se le volcó toda la tinta roja sobre el abdomen de suerte que sobre su ombligo y por debajo de un seno le quedó una mancha con forma de mariposa que con el tiempo, se le fue decolorando. No puedo dejar de pensar lo que pensarían sus amantes sobre esa mariposa, lo que sería esa mariposa en movimiento, y lo que duró esa mariposa, pese a que seguramente fue muy refregada, que la parió. Cuentan que, también, por esa caída, se le produjo una fractura de tibia que la dejó coja, casual y simbólicamente.
Según me dijeron, nada de esto aminoró su deseos: Siempre caliente la tía abuela Julita, Dios me perdone...Dicen que las tardes, al levantarse de la siesta, lo hacía desnuda y se escuchaba su taconeo asimétrico por la galería que daba al jardín. Ahí, pegaba su cuerpo al vidrio de los ventanales. Y movía los brazos hacia arriba y abajo, las caderas, el pubis en forma algo convulsiva, dicen. Cuentan que la veían desde la vereda y ella lo hacía para eso. Como el vidrio estaba empañado por el frío que hacía afuera, quedaba toda la silueta de la tía abuela Julita marcada en el vidrio. Yo pienso que de alguna forma se tenía que enfriar, pobre vieja. Hay que ver lo difícil que es estar toda la vida así, y cuando uno llega a los noventa en ese estado, no hay con qué darle...Después, pero ya vestida, dicen que se paraba en el porche a esperar al amante de turno. Se comprende que hace una década no hubiera pensado en la posibilidad de combinarlos. A mi me ha dado bastante resultado, aunque no completo. Ellos- quedan cuatro vivos, de más o menos setenta y cinco años- me cuentan que me parezco mucho a ella, que soy igual de exigente, que no tengo piedad de ellos que ya están viejos...Ellos no entienden que a mis veinte, ya lo he probado todo, y que lo único que me enfría, lo único que me calma, es su sexo blando.

ro dijo...

No me sale la joda-joda. Me sale lo perverso-morboso...qué le vamos a hacer.

juan pascualero dijo...

De primas… Hm…de primas, ah sí! Ya sé! Me pasó siendo muy chico, en una primavera y solamente falta un elemento para que adivinen de qué se trata.
Venía yo en mi bicicleta cuando al dar la vuelta a una esquina me topé con la mujer mas hermosa que había visto en mi vida (recuerden: infancia, primavera). No encontré cosa mejor para impresionarla que pararme en los pedales al mejor estilo profesional. Y ya está el ridículo establecido… Falta nada mas que un buen epílogo, y lo tuvo… El pantalón se me enredó en la cadena y mientras se rompía en cámara desesperadamente lenta yo me iba achicando hasta casi no llegar a los pedales y colorado como un limón pintado de rojo. ¿Hay más? Sí, después de dar algunas vueltas intentando absorber el impacto, regreso a mi casa y me encuentro con la “hermosísima mujer“ que resultó ser mi prima Vilma a quien hacía años que no veía. Como sucede en el contador Geiger que ante un gran flujo de electrones deja de funcionar, la vergüenza era tan grande que los dos largamos la carcajada. ¿Qué si tuve alguna relación con ella? No, todavía hoy (y han pasado muuuchos años) cada vez que me vé se ríe.